-Amanda. ¿Te has enfadado conmigo?-dije.
-¿Qué? No que va. Solo que me gusta estar muriéndome de frío, de hambre, empapándome y ni siquiera poder dormir porque a cierta persona no le da la gana llamar a nuestros padres. Pero claro, aunque les llamásemos ahora, no podrían venir a buscarnos porque ni siquiera sabemos donde estamos, pero no, no estoy enfadada.-dijo sarcásticamente.
-Pero ya te he dicho que no quiero llamar porque...
-Mira, me da igual. Ahora lo que tienes que hacer es ver donde podemos dormir al menos.-dijo interrumpiendome.-Quizá después hablemos.
-Está bien, pero no te enfades.-dije aunque sabía que seguiría de todas formas estando enfadada. Se acabó la conversación y volvimos a permanecer en silencio.
Al cabo de un rato, vi al final de la calle un hostal. Estaba pensando en negociar con los que trabajaban en aquel sitio. Tal vez nos dejarían estar una noche en una de sus habitaciones si hacíamos algo a cambio, como en las pelis jaja. No perdíamos nada por intentarlo, ¿no? Quizás les diesemos pena...dos chicas...por la calle...de noche...solas...lloviendo...
-Mira vamos allí.-le señalé a mi hermana cuando ya estábamos más cerca. No dijo nada solo me siguió. Cuando entramos vimos a algunas personas en el vestíbulo, y eso que era ya la una y pico. Me acerqué al recepcionista y le expliqué qué nos pasaba.
-Hmm...chicas no sé...si no tenéis dinero y me pilla mi jefe me mata...-dijo queriéndo dejarnos una habitación. Lo que yo decía, le dábamos pena, jaja.
-Pero, ¿como le va a pillar si no está aquí? Nosotras nos irémos por la mañana.-dijo Amanda intentando convencerle.
De pronto, el recepcionista se quedó pálido y dejó de mirárnos a la cara, parecía que su mirada se dirigía a algo (o alguien) detrás de nosotras. Nos dimos la vuelta y había un señor que estaba de brazos cruzados.
-Aquí os podéis quedar si pagáis o si trabajais. Y como no tenéis dinero y os queréis quedar, tenéis que trabajar.-dijo como si hubiera escuchado toda nuestra conversación. Dicho eso miró al recepcionista como diciendo "Ya sabes lo que tienes que hacer" muy serio, se dio media vuelta y se fue.
"Que tío más raro"-pensé. La verdad es que daba un poco de miedo... El recepcionista rodeó su gran mesa y vino hasta nosotras.
-Ya habéis oido, si os queréis quedar tenéis que hacer algo para cubrir vuestros gastos.-dijo mientras nos miraba a las dos. Amanda y yo nos mirámos para ponernos de acuerdo y, después de que mi hermana asintiera con la cabeza, contesté:
-Claro, haremos lo que sea, ¿pero podremos comer?
-Si trabajais lo suficiente sí.
-Está bien.-después de aceptar, el señor se dio la vuelta y fue hacia la parte del restaurante. Le seguimos y después de entrar en la cocina se paró y volvió a mirarnos.
-Una tendrá que lavar los platos que se han ensuciado en la cena de esta noche y la otra tendrá que fregar y barrer el suelo de todo el vestíbulo y del restaurante. Vosotras elegís cuál hace cada cosa. Tenéis lo que necesitáis en el cuarto de al lado.-dijo señalando la puerta que estaba detrás nuestra y se fue.
Amanda y yo nos mirámos.
-Tu barres y friegas el suelo y yo lavo los platos.-dijo rompiendo el silencio que había por un instante.
-¿Por qué yo?-dije ya que las dos odiamos esa tarea doméstica. Cada vez que mamá nos manda barrer lo hechamos a suertes para ver quien lo hace.
-Porque si fuera por mí estaríamos durmiendo en casa y no limpiando.-dijo (y con razón).
-Esta bien...-dije cediéndo porque la verdad es que era muy cierto lo que acababa de decir.
Estuvimos un buen rato haciendo nuestras tareas. ¡No sabéis todo lo que puede comer la gente! Habrían allí toneladas de platos y cucharas. Mientras, yo barría y barría y volvía a barrer...¡ese vestíbulo era enorme! Y eso que aún me faltaba el restaurante y además pasar la fregona por cada uno...lo que puedo llegar a hacer por estar con alguien...más le valía a Justin compensarme por esto.
Cuando ¡POR FIN! terminamos eran las 3 y media de la madrugada. Claro que algún descansillo habíamos hecho. Buscamos al recepcionista, pero no lo encontrábamos en ninguna parte. Al vernos corriendo por todas partes, un señor que llevaba el mismo uniforme que al que estábamos buscando se nos acercó.
-¿Qué hacéis señoritas?
-Estámos buscando al recepcionista.
-Soy yo.-dijo extrañado. ¿Habría cambiado de turno?...en fin.
-Entonces podría decirnos dónde podemos dormir es que hemos terminado de trabajar para pagar la habitación y queremos comer algo e irnos a dormir.-dijo Amanda mientras le rugían las tripas.
-Está bien. Síganme.-nos subimos al ascensor y llegamos a la primera planta. Seguimos caminando hacía la habitación del fondo. Nos habrió la puerta, nos dejó una copia de las llaves y nos dijo:
-En la nevera tienen comida.-cerró la puerta y se fue. La habitación era así y había una pequeña nevera (que no se ve en esta foto) pero que sí había:
Era un hostal, ¿qué os esperábais? Para mí y para mi hermana esto era un lujo. Estábamos muertas de hambre y de sueño. El solo ver una cama y comida y saber que son nuestras nos hacía extremadamente felices. Devoramos la mayor parte de la comida de la nevera en 10 minutos después de que el nuevo recepcionista se fuera. Después de comer, nos tumbamos cada una en su cama. Yo me elegí la del balcón, ya que antes le había tocado a mi hermana la mejor parte. Me quedé pensando y no pude contenerme a decir algo.
-Amanda...
-¿Si?-dijo ella sin ganas porque ya estaba medio dormida.
-¿Sigues enfadada conmigo?
-No...ya está todo resuelto...bueno no todo pero aún así está bien.-dijo ella incorporándose para mirarme.
-Gracias...-dije mientras me levantaba-te quiero hermana.-le di un abrazo.
-Y yo, tontita.
Nos fuimos a dormir y ya pude conciliar el sueño más tranquila.
-¡SILVIA!
-¡¿SI?! ¡¿QUÉ?! ¡¡Terremoto!!-dije yo sobresaltada mientras me caía de la cama.
-No tonta. Soy yo.-dijo Amanda partiendose de risa.
-¿Por qué siempre me despiertas así, Amanda, de verdad? Es que me pego cada susto...-dije levantándome del suelo.
-Es que ya son las once. ¿Hasta que hora tenías pensado dormir?-dijo aún entre risitas.
-Pues es que no tenía hora.-dije un poco mosqueada. Después de esa absurda conversación nos fuimos a desayunar.
-Oye Silvia.-dijo mi hermana en cuanto acabamos de comer.
-Dime.-dije aún masticando.
-Y ahora, ¿qué tienes pensado hacer?
-Llamar a Justin. Él nos TIENE que ayudar.-dije resaltando esa palabra.-Él nos metió en la cabeza esto de acompañarle y ahora estamos aquí por su culpa.
-Bueno y por la tu...
-Si pero principalmente por la suya.-dije sin dejar que termine la frase. Me levanté y fui a coger el teléfono para llamarle.
*Pi...pi...pi...* (dando tonos)
-¿Si?
-¿Justin?
-Si soy yo. ¿Quién es?
-¡POR FIN! Soy Silvia.
-¡Silvia! ¿Ayer no te dejaron? Te esperé pero como vi que no me llamabas, el avión se iba y...
-A eso iba yo...sí que me dejaron y cuando llegué al aereopuerto el avión ya se había ido y no pudimos volver a casa porque me echarían la bronca y nos enfadamos y tuvimos frio y hambre y sueño y estuvimos caminando por la noche por no sé ni siquiera donde y tuvimos que trabajar para poder dormir en un hostal y...-resumí muy nerviosa.
-¡Calmate!-me interrumpió porque notó lo tensa que estaba.-A ver si lo he entendido bien...¿estuvisteis vagando por la noche, solas, por un lugar que ni siquiera conoceis, y ahora estáis en un hostal a cambio de trabajo?
-Hmmm...creo que sí...-dije al darme cuenta de lo mal que sonaba lo que yo le había dicho.
-¿Y por qué no habéis vuelto a casa en vez de hacer todo eso?
-¡Porque mis padres pensarían que...!...da igual...me he cansado de contestar a esa pregunta...
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¿Al final, volverán a casa o encontrarán una solución?
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